Tú, el primero.

Fueron muchas las veces, en que busqué un momento libre y me eché a correr al negocio de la esquina, para verte y contemplar tu figura, aunque sólo fuera por uno o dos minutos.


Era algo bastante común, verte llegar a la casa de mi tía (donde viví durante esos meses) y comenzar a sentir, que la panza se me retorcía, emanando una infinidad de sonidos cuando pasabas por mi lado. Sin importarme que fuera siempre, en brazos de otra persona.

Evocarte me resultaba muy difícil, se me enredaban las ideas al intentar recordarte en voz alta. Ahora comprendo que aquello, fue culpa de ambos.

Mía, por tener tan sólo seis años, y encontrarme en la primera etapa de la lactoescritura. Tuya, por llevar un nombre extranjero de vocales ausentes, que me impedía descifrarlo.

Cada noche luego de un caldo liviano, intentaba conciliar el sueño pensando en tí; queriendo meterte a la cama conmigo, sin pena alguna de que alguien nos viera juntos.

No solo yo sufrí. Mi madre padeció aquel dolor también, al ver aquellos lagrimones en mis ojos; que no hacían mas que reflejar la realidad del momento. Mi familia era muy pobre, y él, sobre todo para mí, muy rico.

Nunca imaginé que aquella maldición de clase social, se rompería en un santiamén.

Aquel mediodía de 1984, me esperaste en la cocina. Te apareciste fresquito, impecable; usando los colores de siempre, combinándolos como solo tú sabías hacerlo. El aroma a vainilla me cautivó una vez mas.

Un único encuentro, una corrida frenética como eterna (me pareció ir en cámara lenta.) Ahí nomás y sin dudar, te clavé los dientes y sumergí mis dedos en lo profundo, para llevármelos a la boca con sumo placer. ¡Mmmm, ahhh, ohhh!

Lamí todos tus espacios con locura, te hice mío.

Cuando recuperé el aliento, corrí hacia la canilla y enjuagué los restos de tu cremita que habían quedado en mí. Supe que te me quedarías en la boca y el estómago, hasta que la naturaleza lo dispusiera.

Veintitrés años pasaron. Ya no eres el de 200 grs. que amé, ahora eres de 120. Pero lo que importa, es que tu esencia es la misma.

Por eso fuiste eres y serás, querido SHYMMY, mi postre favorito.